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Un trabajo para toda la vida

September 11, 2019

Luego de 41 años trabajando para el Grupo, más recientemente como Directora de Cereales en Ginebra, Catherine Réau se jubila.

¡Hablamos con ella, para que nos cuente sobre sus 4 décadas en LDC!

¿Puedes contarnos cómo fue que tú y LDC “se encontraron”?

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Comencé a trabajar para el Grupo, que anteriormente se llamaba Louis Dreyfus & Cie, en París, en el año 1977, mientras cursaba mis estudios secundarios para un Brevet de technicien supérieur (BTS) en comercio internacional, parte del cual les exigía a los alumnos realizar unas prácticas en una compañía internacional.

Mi pasantía fue planificada inicialmente para un mes, pero se extendió a tres, cuando uno de mis colegas dejó la compañía y el equipo necesitó más ayuda. Tuve mucha suerte de tener esta oportunidad de mostrar mis habilidades y trabajar con ellos. Al concluir las prácticas, mi gerente me ofreció la posibilidad de ser contratada por la compañía luego de terminar mis estudios (todavía me quedaba un año). Y así fue como ingresé al mundo de LDC.

Comencé trabajando con los Resultados (Ganancias y Pérdidas) de la compañía para Cereales y Oleaginosas en todo el mundo (que en aquél entonces era Estados Unidos, Argentina, Brasil, Europa y Sudáfrica), y aún lo hago hoy, más de 41 años después, pero para Cereales en EMEA únicamente, con volúmenes mucho más grandes.

¿Cómo ha cambiado el Grupo desde entonces?

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En la década de los 80, LDC tenía presencia en menos países, y la escala y la estructura del negocio era menor. Sin computadoras y teléfonos celulares, nuestro trabajo diario era muy diferente también. Las herramientas que utilizábamos para las operaciones diarias eran una gran calculadora, una gran libreta con 24 columnas y muchísimas líneas, una lapicera, una goma de borrar y un télex para las comunicaciones. No había herramientas de mensajería instantánea para interactuar con colegas de otras partes del mundo, por lo cual el teléfono o el encuentro cara a cara eran las únicas formas de comunicarse. El Grupo ya se encontraba muy bien posicionado como líder e integrante del grupo ABCD de las principales compañías comercializadoras de commodities agrícolas.

En la década del 80, comenzamos a abrir subsidiarias en Europa, desarrollando y haciendo crecer nuestras operaciones, introduciendo nuevas líneas de negocios y contratando a más personas. Fue un período muy emocionante y desafiante, tanto dentro como fuera de LDC. Sólo para darte un ejemplo, yo vi la disolución de la Unión Soviética y las primeras operaciones y activos de LDC en Rusia. En los años 90, en menos de 5 años, inauguramos oficinas en Bulgaria, Rumania, Polonia, Rusia y Ucrania, y tuve la oportunidad de viajar a Londres, Zurich, Rotterdam, Johannesburgo y Moscú.

Fue alrededor de esa época que comenzamos a utilizar computadoras y, una vez que estuvimos entrenados para manejarlas, ¡cambiaron totalmente nuestro trabajo diario!

Durante este período, el Transporte se convirtió en una plataforma de centro de beneficios, habiendo sido hasta entonces un departamento de “servicios”, y yo comencé a trabajar en forma estrecha con operadores de transporte para desarrollar Resultados de Transporte. Explorar diferentes áreas de la compañía a través de mi trabajo fue muy interesante y una excelente oportunidad para aprender sobre una amplia variedad de temas.

Hoy es tiempo de dar un paso al costado y dejar las riendas a las nuevas generaciones, para que tengan las mismas oportunidades de crecer y descubrir la industria.

¿Algún recuerdo especial de tus primeros tiempos en LDC?

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Cuando me incorporé al Grupo, supe que trabajaría aquí toda mi vida. Para mi generación era importante encontrar una compañía que valorara tu trabajo y a ti como persona, y donde uno pudiera sentir orgullo de trabajar. Porque en aquella época, era un compromiso para toda la vida.

Como comenté antes, la compañía era más pequeña en 1978 y los colaboradores nos sentíamos parte de una empresa familiar. Recuerdo pensar que Gérard Louis-Dreyfus era como un padre. Si bien vivía en Nueva York, viajaba a París todos los meses y se aseguraba de que estuviéramos conectados. Luego de él, Robert Louis-Dreyfus también nos hizo sentir parte de la familia y a LDC como un hogar.

Y, por sobre todas las cosas, era un enorme privilegio trabajar en esa ubicación y en esa oficina en París (el “edificio azul”, como lo solíamos llamar), y la compañía se preocupaba mucho por sus colaboradores, invirtiendo en su bienestar.

Todos estábamos muy orgullosos de trabajar para LDC.

¿Qué consejo le darías a alguien que recién está empezando?

A lo largo de todos mis años trabajando aquí, aprendí la importancia de construir lazos cercanos con colegas y apreciar las oportunidades que la compañía nos brindaba para reunirnos.

Realmente creo que el espíritu de equipo es importante, para la empresa y personalmente. Así es como crecemos como compañía y como personas.

Hice muy buenos amigos durante mi tiempo en LDC y aún sigo en contacto con personas con las que trabajé hace 30 años.

¿Algún pensamiento final que quieras compartir?

La familia Louis-Dreyfus, con cuyos miembros he trabajado de cerca, nos hizo sentir cómodos y especiales, y nos mostró que estaba agradecida de tenernos como parte de la compañía.

Por eso, LDC es como mi familia y estoy agradecida de haber sido parte de su travesía.

Gracias, Catherine. ¡Te deseamos lo mejor y te vamos a extrañar!

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