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Parte 3: La semilla que alimentó a la humanidad: Su presencia global

June 25, 2018

Acomienzos del siglo XIX, los productores de trigo debieron enfrentar un desafío aparentemente imposible: cómo satisfacer la demanda cada vez mayor de una población creciente con poca tierra nueva disponible para cultivo. La respuesta a este interrogante se encontró en 1830 en las secas islas de aves marinas situadas frente a las costas de Sudáfrica y Sudamérica. Los agricultores advirtieron que el excremento de las aves marinas, denominado “guano”, rico en fertilizantes naturales, mejoraba la condición del suelo. Y así comenzó la gran “fiebre del guano”.

El guano tuvo un gran impacto en los rendimientos de trigo de Europa, pero hacia fines del siglo, cuando sus reservas comenzaron a agotarse, los agricultores debieron buscar en la ciencia el antídoto que los ayudara a superar sus problemas.

En Alemania, en 1909, dos científicos, Carl Bosch y Fritz Haber, lograron producir amoníaco, una sustancia que supuestamente mejoraba la fertilidad del suelo y, en consecuencia, la calidad del trigo. El único inconveniente consistía en que añadir este polvo blanco al suelo hacía que el trigo creciera más alto y más grueso que lo habitual. Crecía, se doblaba con el viento y se pudría. Era necesaria una nueva variedad de trigo de menor altura.

Cecil Salmon, un experto en trigo estadounidense, recolectó 16 variedades de trigo en Japón a fines de la Segunda Guerra Mundial. Una de ellas era la variedad “Norin 10”, que sólo crecía hasta la mitad de la altura de la mayoría de las variedades de trigo.

Salmon envió esta variedad a los Estados Unidos, a un científico de nombre Orville Vogel, quien comenzó a cruzar Norin 10 con otras variedades de trigo. Para el año 1952, este nuevo grano había llegado a México, donde un biólogo estadounidense, Norman Borlaug, lo cruzó con cultivos resistentes a los hongos. Sólo diez años más tarde, 95% del trigo de México era de la variedad Borlaug, y la cosecha de trigo del país había aumentado en un 600%.

Borlaug llevó su trigo a la India en 1965, donde muchos expertos temían que millones de personas morirían de hambre. Afortunadamente, este tipo de trigo prosperó en las condiciones de India, cuadriplicando el rendimiento y volviendo al país autosuficiente para el año 1974.

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En la actualidad, gracias a estos avances y descubrimientos científicos, los cultivos como el trigo, el arroz y el maíz son utilizados para alimentar a la población mundial. Además de su rol como una compañía comercializadora y procesadora global, LDC continúa dirigiendo la travesía del trigo y otros cereales desde la granja hasta cada hogar, fiel a los comienzos humildes de nuestro fundador.

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